La Virgen de Chiquinquirá es considerada la “Patrona de Colombia”, pero muchos aún desconocen su historia. En el siglo XVI, el pintor Alonso de Narváez realizó por encargo de don Antonio de Santana una pintura de la Virgen del Rosario, la cual fue colgada en una vieja capilla construida de paja, situación que provocó el deterioro de la obra de arte. En 1578 la viuda de Santana se mudó a Chiquinquirá y decidió llevar consigo la pintura, ubicándola en un oratorio de mejores condiciones. El 26 de diciembre de 1586, una mujer indígena pasaba en frente del oratorio y afirmó que dicho lienzo estaba rodeado de destellos y que todos los colores perdidos a través del tiempo milagrosamente fueron avivados, desde entonces inició esta veneración.
Así pues, cinco siglos después la mujer indígena reencarnó en nuestro mandatario, Iván Duque, quien desde inicios de su campaña presidencial ha expresado constantemente su devoción a la Virgen de Chiquinquirá. Lamentablemente por el deterioro social, por la pérdida de valores y por el lavado doctrinal que hace la infame izquierda, él fue juzgado y hasta entutelado por haber escrito un trino referente a su creencia ¡Virgen Santísima!
El abogado y tutelante Victor David Auceon, argumentó que el mensaje del mandatario desconocía a Colombia como un país laico, que era discriminatorio y además no se evidenciaba una separación entre Iglesia y Estado ¡Virgen Santísima!
A ver, el presidente empezó en su trino escribiendo “respeto las libertades religiosas de nuestro país y en clara expresión de mi fe...”Por tanto, primero, se evidencia que Auceon no conoce la Constitución Política de Colombia, la cual establece en el Artículo 19: “la libertad de cultos, el derecho de toda persona a profesar libremente su religión y difundirla en forma individual o colectiva, y la igualdad ante la ley de todas las confesiones religiosas e iglesias” y, segundo, aclarar que el mandatario inicia reconociendo que Colombia es un país laico, por ello indica que “respeta las libertades religiosas de nuestro país”.
A lo largo de los años, hemos visto que Duque no es el primer presidente en expresar su fe, Juan Manuel Santos era captado constantemente de rodillas orando (quizás pidiendo perdón a la Virgen por el daño que le hizo a Colombia), Uribe, Gaviria, Samper, Pastrana, etc., nuestro país es devoto desde siempre… Por tanto, la pregunta que cabe hacernos ahora es ¿por qué preciso ahora toda esta polémica religiosa?
Pues bien, no es un secreto que lo tradicional libre una batalla con lo moderno y esto incluye no solamente el avance tecnológico, sino también en el cambio en los valores, en la moralidad del ser humano, representado en la falta de trascendencia, en rupturas de las fuentes religiosas. Cabe aclarar, que existe una amplia diferencia entre lo que es la iglesia como institución, la cual ha cometido los mismo errores que “los mortales” y las creencias, basadas en el buen actuar. Puede suceder, que diferentes corrientes ideológicas aprovechen estas falencias de la primera, para seguir rompiendo la estabilidad de la fe, pero, en este caso analizado, solamente se hace para seguir creando polémicas patosas que buscan agrandar la crisis gubernamental ¡Virgen Santísima!
¿Pelear por promulgar una creencia? Es falta de oficio, como si la pandemia no los tuviera lo suficientemente ocupados. Estoy segura de dos cosas: la primera, que cualquiera que ocupara un cargo gubernamental en medio de toda esta crisis mundial de la pandemia, también recurriría a una ayuda celestial; la segunda, que el señor Victor David Auceon, también habla al santo de su devoción o al dios que alabe cuando está en problemas.
Necesitamos ética, oraciones, o será que padecemos de una ablepsia severa que nos impide ver las altas cifras de maltrato intrafamiliar, de los miles de niños violados, de las mascotas brutalmente atacadas, de los robos, de la intolerancia, de la falta de integridad… Definitivamente la mejor religión es ser una buena persona.