La  violencia de género se ha convertido en nuestro país en una enfermedad, que con el tiempo no termina, pero que si empaña la vida de miles de mujeres en su cotidianidad.
Hoy mientras redacto esta columna, cada 13 minutos una mujer esta siendo víctima de algún tipo de agresión por parte de su pareja o ex pareja. Así mismo, por cada 10 víctimas de violencia solo 1 es hombre. En el 2015, se reportaron más de 37 mil  casos de violencia, según cifras del  Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.
Haciendo un análisis  sobre la situación de violencia que vivimos las mujeres en Colombia, hago un llamado a  la reflexión, ya que es preocupante  que cada año crezca  cada vez más el fenómeno  de la violencia de genero. El cual diremos, tiene diversos matices, tales como: la violencia intrafamiliar, violencia psicológica, violencia física y  sexual, lo cual está  enmarcado en los distintos contextos, como el  hogar, ámbito laboral, en las universidades en los colegios y con mayor intensidad en el conflicto armado en donde la mujer es usada como arma de guerra.
Al abordar esta problemática, es necesario recordar que se han creado leyes e instituciones  especiales, para prevenir, proteger  y blindar jurídicamente a las mujeres  de cualquier clase de violencia. Sin embargo,  las anteriores cifras reflejan un vacío e inoperancia, por parte de muchas instituciones, las cuales no se han logrado articular y no han sido lo suficientemente efectivas, para evitar que dicho flagelo siga creciendo día a día.
Frente a ello, es importante recordar, que la conquista  alcanzada por miles de mujeres en Colombia  con la expedición de leyes tales como la ley de violencia intrafamiliar 1542 del 2012,  por medio de la cual se buscaba  garantizar y proteger la mujer, frente a cualquier clase de maltrato no ha sido efectiva,  convirtiéndose en una ley de papel .Teniendo en cuenta , que en más del 90% de los casos reportados a las autoridades , los agresores  han sido absueltos por falta de pruebas, o porque el funcionario judicial consideraba que no constituía peligro para la sociedad.
Aunque la perspectiva y el panorama es desalentador, diremos que solo es el reflejo y uno de los   síntomas de una sociedad descompuesta, con serios vacíos axiológicos y  endémicos , en donde existe una inadecuada distribución de poder al interior de las familias, ante la falta de educación, ingresos y capacidad para tomar decisiones.
Partiendo de la anterior premisa, diremos que el evitar la violencia, está en nuestras manos; en la medida que las mujeres y hombres tomemos las decisiones correctas y que sepamos elegir compañeros de vida, que tengan la  capacidad de amar, de valorarnos y lo mas  importante de respetarnos.  
Tu elección puede cambiarte la vida, ¡quien no tiene una familia sueña con ella¡  así que clamo, porque las mujeres seamos capaces de defender el espacio más importante con el que un individuo cuenta el hogar.
      
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