Por: Jennifer Gallón @JenniferGallonM
En medio del revuelo dentro de la farándula y el jet set -más que de la política- que ha producido el acto de coronación del rey Carlos III de Inglaterra, nunca estará de más recordar a la eterna princesa “Diana de Gales” a casi veinticinco años de su desaparición. Pero no se hará en esta columna un recuento de hipótesis conspirativas sobre las causas de su deceso, o ahondando en los detalles de su dura relación matrimonial y de convivencia, con la Casa Real de Windsor; o peor aún, hacer juicios de valor sobre su vida privada y sentimental. Aquí se rendirá homenaje al significado poderoso que tiene su vida para la realización personal en todos los ámbitos para las mujeres del mundo entero, donde pocas como ella, abarcaron con éxito todos los ámbitos profesionales y de crecimiento personal donde se desempeñó. Por eso, Diana no es solamente recordada como la princesa de Gales mas amada, sino como un referente para TODAS las mujeres de ayer y de siempre.
Liderazgos femeninos y ejemplos de resiliencia ante las dificultades hay muchísimos no solamente en la historia oficial, sino en el día a día de nuestras vidas cotidianas. Eso no se nos puede olvidar ahora que está cerca una festividad tan propia de nosotros los latinoamericanos como el “Día de las Madres”, una tradición fundamentada tanto en el símbolo que es María, para el cristianismo católico como en conexión biológica entre madre e hijo, que se compone de algo más que reacciones químicas y neuronales en la mayoría de especies vivientes. Es el alma de la naturaleza el vínculo del amor entre una madre a sus hijos. Este último punto: ese culmen de ser madre, de permitir que sus hijos tuvieran los medios suficientes para poder realizar su proyecto de vida como personas adultas y conscientes sin ser manipulados por los prejuicios sociales o los caprichos de sus propios familiares, podría ser el mayor tesoro de amor juntos a los valores de dignidad, libertad y resilencia que Diana heredó a sus hijos, además de sus posesiones materiales, siendo consciente, que las apariencias, el poder y la riqueza no pasan de ser en la vida una ilusión que tarde o temprano se acaba.
Y desde ese noble deber natural, ese llamado de Dios y la naturaleza de la maternidad que da la a la mujer, comienza el aprendizaje sabio, sensato, sin resentimiento y transformando su dolor en dejar no solamente a sus hijos sino a la opinión pública el ejemplo de una mujer que nunca fue alguien conformista, doblegada ni silenciosa ante las injusticias de su propia vida, de una época, de su pueblo y de los pobres del mundo. Con valentía que desafiaba la autoridad de la Reina Isabel II, cuando intentaba con su poder opacar su imagen, o los celos enfermizos del recién nombrado monarca de Inglaterra que llegó a hacer falsos documentales y a pagar a la prensa amarillista británica para difamar el buen nombre de la que hasta 1996, un año antes de su fallecimiento fuera su esposa.
Pero esa misma pasión, la utilizó para apoyar la obra de la Madre Teresa de Calcuta en la India -que moriría el mismo año que ella de muerte natural-, la lucha contra el hambre y el VIH que en ese tiempo, antes de las investigaciones científicas y el invento de los retrovirales y el fortalecimiento de la educación en salud sexual y reproductiva, cobró la vida de millones de personas en todo el mundo, sobre todo en muchas regiones pobres de África, azotadas por la corrupción, la violencia y el atraso tecnológico y educativo derivado de décadas de colonialismo europeo, donde Inglaterra junto a otras potencias se llevaron las riquezas y al irse dejaron los conflictos.
Una mujer moderna, sin clasismo, egoísmo y arrogancia. Con su elegancia pero al mismo tiempo sencillez, en su vestuario, gestos, palabras daba dosis sustanciales de sabiduría, humildad y amor genuino por cada una de las personas que compartían con ella desde sus súbditos, empleados, asesores, amigos e integrantes de la realeza. Le daba lo mismo recibir líderes políticos, grandes empresarios e incluso líderes espirituales como el Papa San Juan Pablo II, pero el mismo cariño y respeto lo daba a las personas más humildes y vulnerables, llegando hasta las personas desamparadas en las calles de Londres, una ciudad que tiene todos los elementos de las sociedades ricas, incluyendo la desigualdad y descomposición de los valores y la sociedad.
Diana de Gales hubo y habrá para la historia de la humanidad una sola. Pero hay muchas mujeres en Colombia y en todo el mundo que desde su contexto cultura, condición social, área de desempeño profesional junto a ella, construyen mejores familias, empresas, países y sociedades. Todas las mujeres, sin importar sus nombres o apellidos son Dianas de Bogotá, de Cali, de Cartagena, del Amazonás, de Boyacá…Dianas de todas partes…
Por esta razón, en este mes de mayo, mes de las Madres, Mes de las mujeres, lo quiero dedicar además de las mujeres de mi familia y cercanas, y a todas las que me han acompañado, es que son el legado viviente de Diana de Gales, que ya es la Diana de TODOS. Carlos III, tiene solamente una reina en Inglaterra. Diana, veinticinco años después de tu partida, eres la soberana de los corazones del mundo entero para mil generaciones. GRACIAS. Descansa en paz de la mano de Dios Todopoderoso.
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