La reciente aceptación de la Superintendencia de Sociedades de la Oferta Pública de Adquisición OPA por el control del grupo empresarial de alimentos NUTRESA ha desatado polémicas de todos los tipos en el país, que van desde la validez del precepto constitucional de la libertad económica y el antimonopolio, hasta la crítica de cajón –con muy buenos réditos políticos- contra el sistema financiero. Pero debemos ir más más allá, con las no tan evidentes para los medios de comunicación masivos, pero si para los que si comprendemos que la economía es un asunto de vida.
Para poder ahondar en esto, debemos destacar algunos apartes del editorial del día domingo 21 de noviembre del diario La República “El gran negocio de alimentar al mundo” donde inicialmente se exponen las estadísticas al cierre del año 2020 de exportaciones mundiales de alimentos, las cuáles vamos a analizar desde una perspectiva crítica y de alerta para observar sin apasionamientos ideológicos, sino con criterio crítico y propositivo para que las diferentes fuerzas sociales y la institucionalidad del Estado referente a la economía y el emprendimiento actúe en consecuencia.
- Colombia todavía está en las antípodas del desarrollo agroindustrial sostenible
Los mayores exportadores de alimentos del mundo al cierre de 2020 fueron éstos países:
- Estados Unidos: US$ 210.000 millones
- Alemania: US$ 115.000 millones
- Países Bajos (Holanda): US$ 105.000 millones
- República Popular China: US$ 99.000 millones
- Brasil: US$ 96.000 millones
Es claro, evidente y hasta obvio si se quiere que las tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs) llegaron para quedarse transformando los procesos comerciales, de servicios e investigación antes y después de la presente Nueva Realidad.
Pero, no lo ha sido para el proceso productivo, ya que para muchas personas a todos los niveles de lo agroindustrial –e instituciones- todavía los conceptos de proceso, calidad e innovación van per se al producto final con un valor agregado, aunque sus orígenes sean bajo metodologías tradicionales de cultivos o de procesamiento –así se promuevan casi a gritos las Buenas Prácticas, PMA, etc.
El editorial lo expresa de la siguiente manera: “En este proceso, el campo está siendo ahora colonizado por las nuevas tecnologías de producción globales, fondos de inversión, que logran que una simple naranja se produzca de manera ambientalmente sostenible y llegue a cualquier rincón del mundo. La agricultura de precisión, las novísimas técnicas de control fitosanitario, la producción verde, son mantras en los protocolos de los nuevos emprendedores del campo, quienes están logrado que una papa de los Países Bajos sea de mejor calidad y más barata que una producida en las regiones de Boyacá, Cauca o Nariño” “(…) Es increíble que Colombia siga siendo importador de productos de primera necesidad como el maíz, las lentejas o los ajos, peor aún, que cada vez más lleguen frutas más baratas de otros países y que la producción de leche y arroz, entre otros, tengan que ser protegidos por poco competitivos”.
Este último punto, puede explicarse mediante muchas variables climáticas, comerciales, de infraestructura, inversión pública que darían para varios artículos como éste, pero se resume en que, sin transformación del modelo agropecuario y agroindustrial conexo al Desarrollo Nacional, todo lo demás serán diagnósticos y discursos sobre discursos, y uno que otro emprendimiento o liderazgo social con resultados positivos puntuales.
- Eliminar el “romanticisimo agrario” y entrar al “país de propietarios y emprendedores rurales” de una buena vez
Creo que el siguiente aparte del editorial no necesita mayores explicaciones: “Alimentar al mundo es un gran negocio y Colombia debe meterse en esa tendencia desarrollando de una vez por todas al sector agropecuario, pero para lograr ese anhelo histórico de convertirse en una de las despensas del mundo, debe dejar la visión romántica del campesino productor sufrido y transformarlo en exitoso emprendedor global en donde la asociatividad, las tecnologías de punta, la economía sostenible y el respeto ambiental sean sus características para competir. Hay nuevos fondos centrados en la agricultura y la gestión del agua que van a llegar a Colombia o serán creados localmente y serán los transformadores del agro, una tendencia que no se debe menospreciar aferrándose a viejas prácticas”.
Simplemente debemos evaluar que han pasado tres gobiernos nacionales en el país –los dos primeros con dos períodos constitucionales de cuatro años- que han querido priorizar la agroindustria y la ampliación de la equidad hacia los diferentes territorios nacionales, en especial aquellos geográficamente aislados por la falta de vías de acceso y salida –por causa del mismo Estado- o por diferentes actores del conflicto armado o fenómenos de criminalidad o ilegalidad. Bajo estrategias de “mano dura” en seguridad, o “paz absoluta”, el campo colombiano, ha sido el semillero de estrategias publicitarias políticas, realizadas (¿con intención o no?) para que toda la situación de los últimos setenta años siga igual.
- Fondos parafiscales: menos política, más gerencia
“El sector agropecuario necesita de un revolcón enorme que va desde optimizar los fondos parafiscales, hasta lograr una nueva formación de sus actores, un proceso que tardará varias décadas para poder sobrevivir, pues los consumidores serán cada vez más exigentes en los procesos de producción, que deben ser más baratos, respetuosos del agua y ecosostenibles, exigirán carnes, verduras y frutas buenas y baratas, sin importar de dónde proviene la canasta de compras.”
Aunque Colombia está democratizándose cada vez más en sus gremios y asociaciones de productores en dar voz a sectores sociales como mujeres rurales, jóvenes y productos que estuvieron casi en el anonimato, aún falta mucho por democratizar la defensa de los intereses de una agroindustria sostenible que beneficie a todos los colombianos, y no a algunos intereses particulares, familiares, regionales o de otra naturaleza. Crear una nueva consciencia paralelamente a unos mayores controles y cambios inducidos desde el Gobierno Nacional para la transformación democrática real de la sociedad civil.
Parafraseando al editorial citado: ¿Será esta inminente transformación del mundo donde Colombia si se lo propone puede ser un actor determinante un tema válido para los candidatos presidenciales y al Congreso, los generadores de opinión y los grandes medios de comunicación?