El Comandante en su laberinto ministerial

Por: Jennifer Gallón @JenniferGallonM

Recientemente algunos medios masivos de comunicación han dado a entender que el Presidente Petro realizará otro cambio de ministros del Gabinete del Ejecutivo -ya sería el tercero en menos de un año y apenas a un año y  dos meses de Gobierno-, dados los desaciertos en muchas decisiones de Estado, además de las recientes críticas a las marchas realizadas en Bogotá -y por los hechos de violencia sectaria ligados a las mismas- sumando el ya reiterativo hábito muy mal visto en la dignidad de un Jefe de Estado, de la falta de puntualidad en general en los compromisos propios de su cargo, ya sea con altos dirigentes mundiales o con las comunidades de esa Colombia Profunda y olvidada a la que la retórica izquierdista, apela cada vez que necesita votos o despertar el odio colectivo para sus oscuros fines.

Ese populismo se ha visto en la ineficiencia inocultable, de la garantía mínima de derechos fundamentales, y puntualmente de los servicios que el Estado presta a partir de dicha garantía, por los cuales cobra unos costos concretos para el sostenimiento de su infraestructura y de otros servicios. Por ejemplo en la entrega de pasaportes de los connacionales dentro y fuera del país. La Cancillería no pudo coordinar la logística para una nueva licitación, ni tampoco  para su funcionamiento general,  y menos para que fuera democrática realmente, dado que es conocido por la opinión pública que la compañía Thomas Greg & Sons, ha sido la ama y señora de las licitaciones de seguridad, cedulación, pasaportes, tarjetas débito y crédito, y en general casi toda la documentación y tarjetería expedida en Colombia durante los últimos veinte años, por simpatías visibilizadas especialmente  desde el gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002) y Juan Manuel Santos (2010-2018) respectivamente.

La licitación es declarada desierta. Los errores logísticos acompañados de las peleas, madrugadas y filas inagotables de personas en proceso de renovación de pasaportes -acompañado todo esto, por la respectiva corrupción de venta de puestos y tramitadores-, hizo que se renovará de manera extemporánea la concesión al operador ya mencionado de manera provisional mientras se convoca otra licitación, probablemente para después de elecciones regionales, incluso a principios de 2024…y tal vez, se la vuelvan a ganar los mismos de siempre … asi que irónicamente, diremos que ¡Viva el Gobierno del Cambio!.....

No obstante en el Gobierno Petro, donde el clientelismo, la corrupción,  la traición y las prácticas de uso de la Fuerza del Estado, para perseguir personas humildes (caso niñera Laura Sarabia) pero nulo para proteger los intereses del país, (caso hackeo internacional a gran parte de las páginas y sistemas del Estado colombiano), la ineficiencia tiene límites. El Canciller Álvaro Leyva, quien sería la cuota y hombre fuerte del acomodado Conservatismo Colombiano, pasaría, como se ha rumorado hace algunos meses a ser  El Alto Comisionado de Paz, área en que él se ha desempeñado muy bien durante cuarenta años, en especial para acelerar los diálogos de paz inconcluso con el ELN y  en favor de otros grupos terroristas surgidos, curiosamente después del denominado “Acuerdo Final” en el año 2016.

Esperemos que dicho cambio sea para bien, ya que si bien, la política exterior del país empezó muy mal y sin ninguna hoja de ruta hasta hace casi un año, una vez ido Leyva, hay el peligro que el Palacio de San Carlos, caiga en manos de la politiquería regional o del extremismo ideológico, que de Diplomacia sabe poco o nada. Ese asunto, solamente podrá decantarse una vez transcurridas las elecciones regionales de octubre y la segunda vuelta de la Alcaldía de Bogotá en noviembre.

Otros cambios ministeriales están por verse en el Gobierno Nacional, donde ni los supuestos inamovibles tienen nada seguro. Lo que sí saben, aún sus militantes, es que muchos sectores del Pacto Histórico -que cuenta con el apoyo de dieciséis partidos políticos- y de la izquierda, han sido casi que apartados del Gobierno. Tener tantas fuerzas divergentes y contrarias unidas a la fuerza, y unas con más poder que otras, será un problema siempre.

Un ejemplo de lo anterior, fue el abandono que tuvo el sector, Cultura durante casi un año sin tener ministro en propiedad, una vez que salió Patricia Ariza por desacuerdos por el presunto poder que ejerce a la sombra la Primera Dama, que pertenece a una familia que es uno de los clanes que dominan la Región Caribe -a esos a los que apelan los seguidores del Gobierno para descalificar y calumniar a todo sector político que no sean ellos-. Viceministros con títulos de posgrado falsos, improvisación en medidas, y que el único logro haya sido cambiar por Ley el nombre del ministerio a una sigla que nadie conoce ni utiliza.

Esperemos, por el bien de Colombia, que los próximos cambios ministeriales sean realizados desde la razón y funcionalidad, para los cargos y no por sectarismo ni egos. Nuestro país necesita seriedad, y su liderazgo democrático y diplomático ante el mundo no puede quedar en vergüenza. Aunque no se esté de acuerdo con Petro, creo que sus asesores deben apoyar más su puesta en escena en los discursos internacionales ya que ha tenido varios desaciertos y ha incumplido la agenda internacional delegando a la ministra de Trabajo en eventos trascendentales para el país.

Por otro lado,  ver cómo se salían del recinto general de la ONU en Nueva York muchos Jefes de Estado, ignorando el discurso del Presidente de Colombia, que fue elegido, por un sistema electoral con defectos, pero de los más garantistas, estables y democráticos de nuestra región; frente a la escucha a Miguel Díaz-Canel, presidente impuesto por la sangrienta dictadura de los Castro que ha depredado a Cuba durante sesenta y cuatro años, simplemente cuestiona mucho la validez actual de los organismos multilaterales pero ademas refleja la falta de gestión diplomática por parte del actual gobierno de Gustavo Petro, el cual debe tomar de manera urgente decisiones para reconducir el camino del país, como “comandante”. Continuará ….

Abstract
Ese populismo se ha visto en la ineficiencia inocultable, de la garantía mínima de derechos fundamentales, y puntualmente de los servicios que el Estado presta a partir de dicha garantía.