Que injusta es la justicia

Por: Laura Pinzón @Laurapinzonb

La Constitución Política de 1991 nos brindó a todos los colombianos derechos y también deberes, lo que representa que, debemos integrar la Nación de forma solidaria y participativa velando siempre por el interés general. En palabras de Rousseau, todos, sin excepción, debemos funcionar como sociedad bajo un contrato que adquirimos, como un compromiso de nosotros, los ciudadanos con el Estado, en este caso, nuestro Estado Social de Derecho.

Sin embargo, hemos visto cómo a través de los años, son bastantes los ciudadanos que malinterpretaron aquello de que “la justicia es ciega”, pues han hecho de las suyas y esta, no los ha sentenciado. Cabe aclarar, que este lema significa que la justicia no distingue entre la condición de las personas, pues aplicará de la misma manera para todos.

Para ello, debemos revisar nada más el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) del año pasado en el país, donde de 100 puntos, se obtuvieron 39, ocupando la posición 92 entre 180, ubicándose entonces al mismo nivel que Ecuador, por debajo de Chile o Uruguay y, por encima de Brasil. Por otro lado, si miramos los homicidios, según cifras del Instituto de Medicina Legal el presente año registró un incremento del 27% con respecto al 2020, aclarando que uno de los detonantes fue la pandemia del Covid-19. Según las “estadísticas delictivas” de la Policía Nacional hasta julio del presente año (que a propósito son de consulta pública), se registraron delitos sexuales 14.202, amenazas 16.213; secuestros 44; hurtos 46261. Y así, unas cifras realmente alarmantes y... ¿la justicia para cuándo?

Bueno, se debe ser consciente que cualquiera que fuese el delito cometido, debe pasar por un determinado proceso legal, pero eso no exime la acción cometida. Sin embargo, lastimosamente en Colombia, hasta que “no se le clave el cuchillo” a la víctima no es delito, porque a pesar de que ya haya sido amenazada, no producirá ninguna acción contra la misma y, resulta tan paradójico que, incluso muchas veces incluso actuando en defensa propia, la víctima resulta condenada como victimario.

Y, es que basta no más ver cómo se han burlado de la justicia, “reina y señora de todas las virtudes” los mismos criminales, que en mayor o menor cual fuese su delito, no dejan de serlo. Por ejemplo, hace unos días tuvo gran polémica en redes el caso de Epa Colombia, una ciudadana que atentó contra diferentes bienes públicos en medio de protestas, la justicia determinó que sería condenada a 5 años de cárcel por esta acción, sin embargo, varios sectores salieron en su defensa al no considerar sus acciones “tan graves” como para recibir tal condena ¡Qué es esto por Dios! Ahora bien, si comparamos este caso con los hoy senadores de las Farc que a pesar de haber cometido cientos de crímenes como hurto, asesinato, violaciones, narcotráfico, corrupción, secuestro, tortura, entre otros, no han recibido ni un año de cárcel, al contrario, la justicia los premió con privilegios nacionales ¡Que vergüenza!

Ahora bien, como la “justicia es ciega” por qué no nombrar a todos aquellos militares que cometieron acciones extrajudiciales, los cuales mancharon el uniforme, su honor y el nombre de la institución, los políticos que sin importar su partido cometen corrupción, los empresarios que pagan coimas, los ciudadanos de a pie que le “dan alguito” a alguien para que les arregle el contador de la luz, les adelante el turno, se “haga el loco” con algún pago, les saque documentos falsos o, aquellos ciudadanos que sobornan a los miembros de la Fuerza Pública, en fin… La justicia debe ser para todos por igual.

Lo cierto es que, aunque en un país como Colombia, donde la cultura de la mentira prevalece, la solución considero, irá en que cada uno actúe en menor o mayor medida con integridad, desde el hogar, hasta el trabajo, pasando por la interacción con el otro. No actuemos con la mal llamada “malicia indígena”, retomemos valores, aunque cueste, que suficientes burlas ya existen en nuestra amada Colombia como para sumarle bufones a este circo de la justicia.

Abstract
Lo cierto es que, aunque en un país como Colombia, donde la cultura de la mentira prevalece, la solución considero, irá en que cada uno actúe en menor o mayor medida con integridad, desde el hogar, hasta el trabajo, pasando por la interacción con el otro.