Por: Jhon Jairo Armesto Tren
La pregunta anterior coincide más con el sentimiento del país social que no tiene nada que ver con los conciliábulos de poder, pugnas, peleas entre egos que están caracterizando a las aspiraciones presidenciales al momento de escritura de la presente columna. Además, hacer leña del árbol caído, como ciertos sectores están haciendo con el Partido Centro Democrático, (específicamente aquellos que se beneficiaron de cualquier forma de la Administración 2018-2022) lanzando críticas descarnadas contra su institucionalidad, precandidatos presidenciales y sin propuestas para unificar en el regreso de la democracia liberal y el pluralismo al Estado colombiano por encima de la pedacería de movimientos y pseudo partidos en que se encuentra dividido nuestro espectro. Pese a los resultados electorales en Estados Unidos, la delantera la llevan tanto el progresismo (y sus bases radicales) como una centro izquierda, que tiene posibilidad de llegar al poder debido al hartazgo de la repetición ideológica, ineficiencia, corrupción y falta de cultura del servicio público del actual Gobierno Nacional. Dicha centro izquierda, podría llegar de la mano de un reciclaje de la agenda woke de estilo bogotano, o, regresar a la incertidumbre de un “outsider” que nos pinte un espejismo, como lo fue la trampa de Rodolfo Hernández (QEPD) en 2021.
“El más convencido de los reaccionarios es el revolucionario arrepentido, es decir; el que ha conocido la realidad de los problemas y ha descubierto la falsedad de las soluciones”.
Nicolás Gómez Dávila, filósofo y políglota colombiano. Cofundador de la Universidad de los Andes (1913-1994)
CENTRO DEMOCRÁTICO: ¿RENOVACIÓN O CATÁSTROFE?
A la fecha de redacción de la presente columna, falta un día para que se realice el primer foro de precandidatos de la colectividad fundada por un grupo de personas leales a la gestión de las administraciones de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) en 2014: Centro Democrático. Gran parte de nosotros los que fundamos dicho partido, provenimos de las bases del Partido Conservador Colombiano, y en menor medida del Partido de la U, algunas facciones del liberalismo e incluso sectores cercanos a la izquierda moirista. Lo que manchó ese mandato, fue la entrada de sectores políticos nefastos tradicionales para garantizar la continuidad de un excelente ejercicio de gestión pública que cambió para siempre el destino de Colombia, sumado a la inexperiencia y hambre de poder que surgió en otros que dado al inesperado triunfo del candidato independiente frente a una casi cantada victoria frente al oficialismo liberal con el ex ministro y político de vieja guardia Horacio Serpa Uribe.
En mi opinión personal, siempre he creído que gran parte del antiuribismo que capitaliza con verdades a medias y mentiras la extrema izquierda, es la viudez de poder de liberales y conservadores que habían vivido de medrar por más de cincuenta años desde el Frente Nacional del Estado, y, al verse fuera del botín del Erario, decidieron atacar a quienes lo sacaron de allí. El destino o el Cosmos, con el paso del tiempo harían que la derrota del terrorismo con disfraz político, y los resentidos del régimen se unieran en la mayor conspiración contra un gobernante que se haya registrado en la historia colombiana. Ni Otálora en el siglo XIX, ni Marco Fidel Suárez, ni Ernesto Samper Pizano -cuyo móvil sería el que su hermano Daniel a través de la Unidad Investigativa de El Tiempo haya desenmascarado a todos los facinerosos del sistema financiero que llevaron a la debacle bancaria de 1982, lo que le ocasiona el exilio en España- sufrieron algo tan infausto y duradero.
Esa matriz, hoy en día, se hace por quienes esperaban mucho del Partido, o quieren lavar sus culpas de haber apoyado a la mayor causa de la llegada de la izquierda al poder: Iván Duque Marquez. Esa rebeldía de palabras tardías se necesitó para que masivamente los colombianos de bien hubiésemos rechazado radicalmente la consulta espuria de marzo de 2018, donde con fotocopias y muy dudosas financiaciones, ganó la persona anteriormente mencionada. ¿Dónde estuvieron los “rebeldes” en esos tiempos? O mejor, ¿dónde estaban cuando nos robaron el triunfo del 2 de octubre del 2016 ganado con toda gallardía y contra todo pronóstico?
Esos mismos cobardes y resentidos, escupen a través de contenidos y redes audiovisuales como Youtube, mensajes divisionistas en contra del Partido Centro Democrático y de los foros regionales, diciendo que todo el mundo se una en torno a los partidos tradicionales, como el Pacto Histórico, está haciendo con los partidos de su coalición en torno a la Colombia Humana o el nombre que tenga el partido único del progresismo. Estoy de acuerdo con que haya unas opciones realistas de poder, que no haya esta pedacería de egos mal llamados partidos y movimientos chupando presupuesto, pero tampoco estaré jamás de acuerdo con esa tradición colombiana de hacer leña del árbol caído, con la hipocresía de la valentía a plazos del colombiano promedio.
Esas gentes, cuando el 8 de agosto haya un gobierno nacionalista fuerte en La Candelaria, serán los primeros en pedir puestos, como muchos que conozco que han pasado en menos de un semestre de ser petristas a galanistas y viceversa según el negocio o nombramiento que quieran. Mi interés no será la burocracia, sino que mi país tenga lo mejor y se salve de la enfermedad mental del marxismo y del régimen hegemónico que lo corroe.
EL URIBISMO NECESITA UNA REVOLUCIÓN INTERNA
Los colombianos somos pecho fríos, cobardes y solamente en muy pocas ocasiones, tenemos carácter. Los apoyos a la Selección Colombia en Barranquilla son demasiado suaves para ser de un país tan folclórico y desatado como nosotros; así mismo es la derecha política: aburguesada, clasista y cobardona. Hace falta que las bases de manera pacífica, utilicen los mecanismos estatutarios y legales para exigir a las directivas transparencia, imparcialidad e inclusión, sobre todo en las listas a los Consejos de Juventudes de diciembre de 2025 y a las listas de Senado y Cámara de Representantes para marzo de 2026. Los actuales dignatarios regionales difícilmente apoyarán esos movimientos dada la estructura electoral y casi piramidal que tienen los pingües apoyos financieros que algunos reciben. Sin duda, con la reforma de 2017 los fundadores perdimos voz y voto, se empoderó el parlamentarismo, y una clase juvenil neófita que no vivió ni el país antes de Uribe, ni la construcción desde cero del partido, ahora viene a mandar, y de mala manera -como el trato despectivo que sufrí en octubre de 2022 cubriendo para El Nodo Colombia la conmemoración del 2 de octubre en el Hotel Tequendama-.
Esa revolución debe ser en aras que los uribistas hagamos poder dentro de las bases hacia dentro de nuestro partido, y seamos la voz cantante de la centro derecha nacional. Y quienes se quieran quedar por fuera, en el rechinar de dientes, pues, están en su derecho, pero que tampoco vengan a maltratar con improperios en espacios de libertad de expresión a quienes sentimos respeto, admiración y militamos en un ejercicio político como el Centro Democrático.
Por mi parte, no espero estar más en escenarios donde supuestamente se encuentra la centro derecha con improperios contra el partido que ayudé a fundar, al que renuncié por motivos legítimos y no estomacales en 2016 y regresé en 2023, para no irme jamás. La coherencia es una actitud que se construye, que duele como la verdad, pero hay que comenzar a imponer, así haya muchos quejidos.
POSDATA: Felicitaciones al joven abogado Andrés Krhone por su liderazgo de las Nuevas Generaciones en Bogotá, organismo juvenil oficial del Partido Conservador Colombiano. Se necesita de liderazgos nuevos y sanos para el renacer de las colectividades que con sus luces y sombras han construido el país.