Venezuela tiene sus propios dolientes, Colombia nos necesita unidos y con sentido de pertenencia

Por: Silverio José Herrera Caraballo Abogado, Oficial (R) Ejercito Nacional, comunicador, asesor, consultor , investigador y analista en seguridad, convivencia ciudadana y orden público

A lo largo de los años, Venezuela ha sido el espejo en el que muchos países de la región han mirado con desasosiego. La caída de su economía, el éxodo masivo de sus ciudadanos y la consolidación de un régimen que desvirtúa los principios democráticos son lecciones que, como colombianos, no podemos ignorar. Sin embargo, el problema no radica solo en señalar lo que sucede al otro lado de la frontera, sino en preguntarnos si estamos en un camino similar.

El gobierno de Gustavo Petro ha dado muestras preocupantes de ser una réplica de las primeras etapas del chavismo. El discurso populista, el enfrentamiento constante con sectores empresariales, la polarización exacerbada y las reformas que prometen más de lo que entregan son solo algunos de los síntomas que nos hacen recordar los inicios del declive venezolano. Pero mientras Petro mantiene una relación simbiótica con el régimen de Nicolás Maduro, al que ha defendido abiertamente, los colombianos enfrentamos desafíos que exigen atención urgente.

El último año de gobierno de Petro promete ser decisivo. Con su obsesión por una “paz total” que solo ha dejado más violencia, una reforma tributaria que asfixia a los ciudadanos y una agenda ambientalista que ignora las realidades económicas del país, se vislumbra un panorama preocupante. El descontento social es evidente, y aunque la oposición parece cobrar fuerza, el gobierno se aferra a estrategias que buscan consolidar su poder, desde la narrativa de “golpes de Estado” hasta el uso de instituciones para favorecer su agenda.

Mientras tanto, el colombiano promedio vive entre la incertidumbre y la frustración. Los precios del combustible, el alto costo de vida y la falta de políticas claras para mejorar la seguridad y la educación son el reflejo de un gobierno que parece más interesado en construir un legado ideológico que en atender las necesidades de su pueblo.

El llamado a los partidos de centro y derecha. La fragmentación de los partidos de centro y derecha ha sido una de las grandes ventajas de la izquierda en Colombia. El discurso del cambio ha encontrado cabida no solo por los errores del actual gobierno, sino porque quienes debían ofrecer una alternativa seria y cohesionada no lo han hecho. Si las fuerzas políticas que representan el centro y la derecha no se sacuden de sus pugnas internas y de los vicios del pasado, estarán cediendo el camino a la perpetuación de una ideología que ha probado ser desastrosa.

Es momento de asumir nuevos retos y trabajar en un proyecto político sólido que inspire confianza y esperanza. Los ciudadanos están cansados de discursos vacíos y promesas incumplidas. Necesitamos líderes con visión de futuro, capaces de unir a un país fragmentado y ofrecer soluciones reales. No basta con criticar al gobierno de turno; es imperativo presentar propuestas concretas que conecten con las necesidades de la población.

Petro, aunque asegura no buscar la reelección, deja entrever sus intenciones en cada discurso. Su constante protagonismo y su afán de perpetuar el modelo de izquierda evidencian que no basta con vencerlo políticamente; es necesario impedir que sus ideas calen en las próximas generaciones. Si el centro y la derecha continúan desunidos, lo único que lograremos será abrirle las puertas a la continuidad de un modelo que ha traído más problemas que soluciones.

Una oportunidad histórica. Las próximas elecciones de 2026 representan una oportunidad histórica para Colombia. No podemos darnos el lujo de repetir los errores de los últimos años. Es el momento de construir alianzas, de dejar a un lado los egos y de priorizar el bienestar del país. Venezuela tiene dolientes; nosotros debemos ser los dolientes de Colombia. El tiempo de actuar es ahora, y la responsabilidad recae en todos: en los partidos, en los líderes y en los ciudadanos que sueñan con un país mejor.

Abstract
Es momento de asumir nuevos retos y trabajar en un proyecto político sólido que inspire confianza y esperanza. Los ciudadanos están cansados de discursos vacíos y promesas incumplidas.