Voto obligatorio: síntoma de una democracia fallida

Por: William Rojas, Movimiento Identitario de Colombia. Presidente de la Mesa Técnica de Comercio Formal e Industrial

La reforma política es uno de los temas más importantes no solo para el actual gobierno, sino para la continuidad del régimen, más allá incluso del mismo petrismo. La concentración del poder es característico de todos los sistemas de gobierno y más aún en las manos de especialistas tecnócratas que con artimañas reconfiguran la nefasta democracia liberal.

La partidocracia es base sustancial del liberalismo político, puesto que, a partir de un grupo especializado de la población es decir quienes tienen vocación de políticos o nacen dentro de la dinastía del poder, se organizan en grupos con base en unas tesis ideológicas que le dan forma a lo que se conoce como partidos políticos. De allí se establece la decadente representatividad, es decir, el cheque en blanco o poder de mando que la ciudadanía entrega al político con su voto cuando éste es electo después de la contienda electoral.   

La base de la representatividad es el voto, sin eso, el actual sistema no podría funcionar y con la crisis de abstencionismo que ha vivido el país de más del cincuenta por ciento, nos debe llevar a replantearnos ¿Será que tiene futuro la democracia liberal en Colombia? Veamos las cifras de abstención: elecciones del 2002 (54%), elecciones del 2006 (55,3), elecciones del 2010 (56,1), elecciones del 2014 (52,6), elecciones 2018 (47%) y elecciones de 2022 (45,8).

Lo anterior son cifras de los últimos veinte años demuestran, que frente a una población de 50 millones de habitantes, de los cuales 39 millones están habilitados para votar y de ese número solo votan un poco más de la mitad es decir 19,5 millones de habitantes, y peor aún en un escenario de segunda vuelta, vemos que un Presidente solo es electo por una parte menor del total de la población, lo que bajo evidencia empírica observamos es: la democracia está infravalorada. A pesar de ejercer derecho al voto ¿Que clase de control ciudadano puede existir una vez es electo el político o representante de la curul por la que se presentó? NINGUNO.

Una vez que son electos los políticos, estos se organizan en un órgano colegiado, que son el total de los “representantes” del pueblo para tomar ciertas decisiones. Esto genera unas reglas muy específicas, como por ejemplo, permanecer durante el periodo de elección dentro del partido o grupos significativo que lo avale, de tal manera que si intenta salirse perderá inmediatamente su curul o puesto de elección.

El asunto es que la nueva reforma política plantea la posibilidad de que estos representantes o políticos electos por un partido especifico puedan cambiarse, así sea por una sola vez, sin tener que renunciar a la curul que ganaron, abriendo la posibilidad a que todos puedan cambiarse de partidos a conveniencia del poder, por ejemplo, políticos del partido conservador en listas del pacto histórico en futuro cercano o cualquier otro partido, justificando así una práctica tan conocida como el transfuguismo, que es un acto desleal.

Ahora bien, tomando en cuenta que la democracia aún no convence, esta reforma busca que existan unas listas cerradas (es decir que la representatividad se traslada del político al partido, generando más corrupción interna), paritaria (es decir que mitad de la lista es conformada por hombres y la otra mitad por mujeres) e incluirse casi que de forma obligatoria personas con “identidad de género diverso” en todos los partidos es decir la imposición de la agenda globalista en un amplio sector de la sociedad. Y para acabar el asunto, solo se permitirá que la financiación de las campañas sean ciento por ciento estatal, es decir otorgando poder máximo al gobierno de turno, en este caso el de Petro y su pacto histórico, para cuando sus intereses le sean convenientes desembolsar los recursos necesarios en tiempos de campaña electoral primero para sus amigos o aliados y después para los demás, otorgando ventajas claras al poder hegemónico que se avecina.

Estimado lector, la situación decadente en la que nos encontramos, es muy simple, tenemos un sistema político de representatividad que genera una pequeña camarilla de acomodados desconectados de la realidad, a los cuales no se les puede ejercer control ni tampoco exigir por su labor, ni mucho menos no hay un sistema donde la participación del digno pueblo trabajador sea permanente, solamente es utilizado para notariar cada cuatro años a la marioneta de turno. Por ese motivo no genera confianza el actual sistema ni mucho menos la obligatoriedad del voto, porque la crisis democrática no es un tema formal o procedimental es un tema substancial, es un problema de origen, de fondo, por la manera en que se concibe al hombre, la sociedad y la nación. Es necesario replantear este sistema y buscar uno completamente nuevo.

Columna de Opinión

William Rojas

Movimiento Identitario de Colombia

Presidente de la Mesa Técnica de Comercio Formal e Industrial

Estudios en Filosofía, UNAD.

Redes sociales: @rojaswilliamr

Abstract
La concentración del poder es característico de todos los sistemas de gobierno y más aún en las manos de especialistas tecnócratas que con artimañas reconfiguran la nefasta democracia liberal.