¿Feliz Año 2023 Nuevo? Chapinero y Bogotá al borde del abismo

Por: Jhon Jairo Armesto @armesto1989

Nos encontramos al inicio de año en tiempos difíciles para nuestra capital y su localidad más rica, central e importante al ser el cruce de caminos, conexión y oportunidades entre los cuatro puntos cardinales de la ciudad, nunca, al menos desde que hace más de treinta años se eligen autoridades distritales y locales de forma democrática. Anarquía, distribución criminal territorial (con actores transnacionales), promesas falsas (como no tocar la Carrera Séptima para ningún “Corredor Verde” con transporte público pesado y recorte a la ya reducida movilidad, destruyendo la economía de Usaquen, la movilidad de las comunidades de barrios altos de las localidades que colindan urbana y ruralmente con los Cerros Orientales; y terminando de colapsar más Bogotá como ya está y estará por más de cinco años); y, ante el escenario tanto del cambio político del Gobierno Nacional, muchos capitales de inversión tanto de Mipymes como grandes inversionistas, vean, ya no solamente a Panamá, Estados Unidos, España, Brasil o el Caribe para invertir, sino los municipios cercanos al área metropolitana, inclusive, a las localidades del sur de la ciudad. ¿La centro derecha debe quedarse quieta?

“Características del colombiano: imposibilidad de lo concreto; en sus manos todo se vuelve vago; falta de moralidad; la noción del deber es desconocida; la única regla es el miedo del gendarme o del diablo; en su alma ninguna estructura moral, ni intelectual, ni social; ignora toda tradición; sometido pasivamente a cualquier influencia, nada lo marca; nada fructifica, ni dura en ese suelo de contextura informe, movedizo, plástico e inconsistente”.

Nicolás Gómez Dávila, filósofo y políglota colombiano; cofundador de la Universidad de los Andes (1913-1994)

“Ser colombiano es un acto de fe”

Jorge Luis Borges, escritor, poeta, académico  y lingüista argentino (1899-1986)

SALVAGUARDA LEGAL: Las opiniones consagradas en este artículo están protegidas por el artículo 20 de la Constitución Política, el artículo 13 de la Ley 1909 de 2018 o Estatuto de Oposición (y la jurisprudencia contemplada en la sentencia C-018 de 2018 de la Corte Constitucional).

Cuando escribo estas líneas, es el segundo día del año 2023. Entre varios compromisos laborales (sí, para información de mis malquerientes, yo trabajo) y de agenda de mis proyectos en medios (Espacio taurino para la Feria de Manizales y las Corralejas Toros y Osos, la Franja Radial de Reflexión de la Oposición en las emisoras pioneras de la Red Nacional de Emisoras ONLINE-Red NEO, los espacios editoriales en El Nodo, Conciencia, Al Poniente y otros diarios impresos donde se necesita con hechos y no con palabras producción de contenidos). Desde esta tribuna escrita, gracias a todos y todas los que han creído en mí durante estos años de periodismo independiente, en espacial los últimos seis meses de exilio en 2022.

La desazón, la desolación, la soledad, el abandono, el clasismo que persiste pese a que los seis estratos socioeconómicos se ven afectados por la decadencia de Bogotá (aunque los indigenistas le quieran poner nombres anacrónicos a las malas). ¿Vale la pena ser rico en esta ciudad? Nunca, en tantos años, creo que desde la Administración Petro (2012-2016) ha habido tanto vacío de autoridad, huida de capitales, y desesperanza para el emprendimiento local. Por más que de buena voluntad las entidades y las organizaciones independientes inviertan, ningún emprendimiento que no sea nativo digital o esté afincado en otra región del país, o de América Latina tendrá futuro. Si es un esquema tradicional de negocio (la tienda de barrio, el casino, el asadero, la peluquería, panadería-pastelería) será blanco de la extorsión monetaria o burocrática de las mismas autoridades, de la Policía Metropolitana (ya es de público conocimiento por medios masivos los cobros a restaurantes y bares para mantenerse abiertos), de las bandas criminales nacionales e importadas (y eso incluye a los carteles mexicanos con presencia local desde 2015 confirmada por los organismos de inteligencia, las mismas autoridades locales e incluso el gobierno norteamericano).

Chapinero y Usaquén, las que fueron hasta 2021 los focos de emprendimiento, cultura empresarial y desarrollo científico oficialmente han muerto en el mandato actual de Claudia López.

¿Quién se beneficia? El resto de Colombia. Medellín, la convulsionada Cali, los municipios vecinos e incluso regiones lejanas que son todo tipo de prebendas tributarias y de calidad para los emprendedores provocarán una fuga de cerebros regionales, donde cualquier monto superior a los dos salarios mínimos en la época de la inflación actual, sirven. Créame lector y lectora: todo el mundo está en crisis, aún las élites. Nadie está para perder, regalar ni menos dejar de ingresar caja menor personal en estos tiempos

¿Y qué ofrece la centro derecha electoral? Hasta ahora, nada. Ataques descontextualizados, nada de autocrítica sobre pésimas decisiones electorales (Juan Manuel Santos a la Presidencia en 2010, Álvaro Cruz a la Gobernación de Cundinamarca en 2011 por ejemplo) ni sobre las pésimas políticas públicas del Gobierno Anterior, entre otras traiciones al electorado; mesianismo excesivo (ya sea por la pleitesía a la figura cada vez más pálida de Álvaro Uribe Vélez, o a las dinastías de delfines políticos que han vivido del Estado como los Gómez o los Galán), y una confluencia de doctrinas que van desde el nacionalsocialismo de clóset hasta el inmoral, peligroso e inutil anarcocapitalismo.

Como decía hoy en su primer editorial en La Hora de la Verdad, el doctor Fernando Londoño Hoyos, preguntaba si aún quedaba en Colombia algo de visión y capacidad de reacción. Afortunadamente su ejemplo de periodismo contra la corriente, que le costó casi la vida muchos y muchas a lo largo del tiempo lo hemos tomado para desde esta tribuna, para algunos supuestamente “cómoda” de defender nuestros valores fundamentales como civilización.

Pero creo, que los que durante años, cometiendo errores sin nombre, entregando la comodidad de una vida sin problemas y generando un impacto social y político, debemos, en nombre de esa misma democracia, ya nos toca asumir el compromiso de sin importar nuestras circunstancias personales, edades y ocupaciones, salir al ruedo para combatir el riesgo inminente de pérdida del poder en las regiones del país en las próximas elecciones de octubre.

¿Acaso no fue suficiente que solamente un periodista del Pacto Histórico ganará por nuestro gremio una curul en marzo pasado? ¿No es algo que debe ponernos a reflexionar que hayamos tenido siete candidatos periodistas, muchos de renombre y NINGUNO ganará? Nuestra credibilidad profesional, gremial, la del periodismo en Colombia depende de nuestra ética, gallardía y valentía ante este reto histórico.

Periodistas, comunicadores y comunicadoras siendo concejales, diputados, alcaldes, ediles y hasta gobernadores generando soluciones e innovación. ¿Qué tiene que perder la Patria? ¿Qué más tenemos que perder nosotros? Para cerrar, volviendo a citar al doctor Londoño Hoyos, me pongo a pensar: 2023 por muy malo que sea, ya no puede ser peor que el año pasado (ni que los anteriores).

Más vale perder la calma seis meses que un país, una ciudad o una localidad para siempre.

Abstract
Más vale perder la calma seis meses que un país, una ciudad o una localidad para siempre.