Colombia atraviesa días de incertidumbre y temor tras una ola de violencia que ha sacudido varias regiones del país. En menos de 24 horas, el municipio de Jamundí, Valle del Cauca, fue escenario de dos atentados con explosivos que, aunque no dejaron víctimas fatales, han causado un ambiente de terror entre los habitantes y una serie de afectaciones físicas y emocionales.
El primer atentado en Jamundí ocurrió el jueves en el barrio Ciro Velasco, donde una motocicleta cargada de explosivos detonó cerca del cementerio municipal, poniendo en alerta a las autoridades y a los habitantes de la zona. El segundo atentado se presentó en la mañana del viernes en el barrio El Jordán, donde otra moto bomba explotó al paso de una patrulla policial cerca del hospital Piloto de Jamundí, afectando a trece personas con aturdimiento y lesiones menores. Las autoridades decidieron cerrar la zona y redirigir el tráfico hacia Cali, buscando prevenir mayores incidentes en esta área conflictiva.
Simultáneamente, en El Plateado, Cauca, otro ataque con explosivos cobró la vida del soldado Pedro Fonseca Rojas y dejó gravemente herido a su compañero, Carlos Rangel Pérez, en lo que parece ser una represalia de las FARC, específicamente del Frente Carlos Patiño, que continúa operando en la región. La detonación, que se produjo poco después de que el gobierno anunciara un concierto en el corregimiento
Los habitantes de Jamundí han expresado su temor frente a esta ola de violencia, especialmente aquellos que dependen del transporte en motocicletas, dado que el área de los ataques es popular entre los mototaxistas y sus pasajeros. La situación es alarmante: los atentados se han producido consecutivamente durante tres días, mostrando un patrón de hostigamiento contra las autoridades y la ciudadanía.
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