Por: Silverio José Herrera Caraballo Abogado, Oficial (R) Ejercito Nacional, comunicador, asesor, consultor , investigador y analista en seguridad, convivencia ciudadana y orden público
El reciente nombramiento de José Gregorio Suárez Contreras como director encargado de la Regional Sucre del SENA es apenas el último capítulo de una desgastante novela administrativa que ha marcado el 2024. Tras la rotación de al menos cuatro directores encargados en menos de un año (Víctor Arbeláez Torrejano, Carlos Eduardo Ordosgoitia Arrieta, Carmen Cristina Gil Ortega y José Alexander Manjarrés Márquez), la pregunta obligada es: ¿cuánto más puede resistir una institución que debería ser símbolo de estabilidad y progreso para miles de aprendices? ¿Hasta cuándo se permitirá la intromisión malsana y desmedida de la politiquería en la institución?
La falta de liderazgo claro en la regional Sucre ha provocado un 2024 plagado de ceses de actividades, paros indefinidos y una parálisis institucional que ha afectado de manera directa a quienes menos responsabilidad tienen en esta crisis: los aprendices. Jóvenes con sueños de superación han visto truncados sus planes de formación por motivos administrativos y decisiones que evidencian una desconexión entre la Dirección Nacional del SENA y las necesidades reales de la regional.
Este año no ha sido un periodo de dificultades no menores. Desde la falta de continuidad en la gestión hasta la ausencia de un liderazgo que coordine eficientemente los procesos internos, la regional Sucre se ha convertido en un símbolo del desorden administrativo y la burocratización. Los constantes cambios en la dirección no solo han afectado la planificación y ejecución de las actividades académicas, sino que también han generado incertidumbre entre el cuerpo docente, los sindicatos y, sobre todo, los aprendices que al final son los más afectados.
El anuncio del nombramiento de Suárez Contreras llega en un contexto donde la confianza en la administración está por los suelos. Si bien su perfil como ingeniero, su experiencia en la institución y su rol como subdirector del Centro de la Innovación, la Tecnología y los Servicios pueden generar expectativas positivas, la historia reciente sugiere que los cambios administrativos del SENA se han convertido en una solución parcheada y no en una estrategia de largo plazo. No queremos pensar que es solo un pañito de aguas tibias para finalizar el año.
Los sindicatos, actores clave en este juego de poder, seguramente tendrán mucho que decir. Sin embargo, mientras ellos debaten, los aprendices siguen siendo los más afectados, porque es a quienes se les trunca su proyecto académico y por qué no decirlo asi, su proyecto de vida. Este año han enfrentado interrupciones constantes en sus procesos formativos, tanto en la modalidad presencial como en la virtual, lo que les ha impedido alcanzar los objetivos educativos que alguna vez soñaron. El SENA, que debería ser la plataforma para el desarrollo laboral y técnico de estos jóvenes, se ha transformado en una institución donde los intereses políticos y administrativos de un grupo o individuos en especial parecen estar por encima de la misión de formar a las futuras generaciones.
Es imperativo que la Dirección Nacional del SENA haga algo más que nombrar directores encargados. Se necesita una estrategia concreta que garantice la estabilidad administrativa y académica de la regional Sucre. No podemos olvidar que, detrás de cada número, hay historias de jóvenes que apostaron por una formación técnica para mejorar sus vidas y las de sus familias. ¿Cuántos sueños más tendrán que posponerse antes de que las prioridades del SENA vuelvan a centrarse en los aprendices? Acaba un año difícil, es hora de replantear las estrategias, proyectar lo que será el 2025, dejar las improvisaciones, hacer del SENA, lo que debe ser, una institución de formadores, emprendedores y de excelentes seres humanos, en esta navidad y año nuevo le deseo éxitos y muchas bendiciones, que el año entrante el fantasma de los ceses y/o paros desaparezca, que surjan las ideas y que la calidad académica se recupere, que les cumplan a los aprendices, no deben olvidar que son estos la piedra angular de la institución, sin aprendices el SENA no tendría razón de existir. Mil bendiciones.
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